Andrés Carrasco. O Pequeña reflexión a partir de la tristeza

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El koinobori es un pez que nada contra la corriente. Por lo mismo es un símbolo de la cultura japonesa que representa la tenacidad y fortaleza.

Toda la semana pensé en Andrés. Y me viene este símbolo como idea que quisiera rescatar de este ser que no he conocido más que en su faceta pública, como muchos lo hemos conocido. Una de las pocas voces que desde el mundo científico han elegido amplificar los gritos de pueblos enteros denunciando las consecuencias del modelo agrario basado en el monocultivo y los paquetes químicos que son a la vez que el alimento de ese modelo, el veneno de la gente.

Andrés ha decidido nadar contra la corriente en un río -el mundo científico- donde se paga muy caro decir lo que no se espera que se diga en voz alta (por su pretendida neutralidad el mundo académico es de los mundos más perversos).

En esas aguas nadó Andrés.

Su recorrido se inscribe en todas esas experiencias vitales llevadas a cabo no por héroes, si no por seres humanos que en algún momento de sus biografías pueden reconocer de sí mismos el poder del que son portadores y la inmensa responsabilidad que eso conlleva. Y no la esquivan. Y son entonces las voces imprescindibles para hacer un camino nuevo.

Que podamos estar a la altura de esa entrega, que podamos tener la dimensión permanente y cotidiana de nuestra capacidad de transformación. Que tengamos claro siempre y en todos los ámbitos, cuánta responsabilidad lleva nuestra acción. Que nunca sepamos de la comodidad del poder y sus migajas.

Sol Triano
2 de junio de 2014
(a días de su partida)